martes, 9 de agosto de 2011

Enfermedad….!

Muchas personas, aunque sea alguna vez en la vida a lidiado con un ser querido en estado de enfermedad. Dicho padecimiento o dolencia que sufre ese familiar los afecta anímicamente. El sufrimiento humano por cualquiera situación hace que la familia, limen diferencias y  se una en un solo objetivo: Restablecer la salud de su familiar u amigo. 

 Quedarse las 24 horas en el hospital u cualquier centro de salud casi sin relevo, no dormir atentos al tratamiento y pendiente de sus medicamentos a la hora señalada. Cambiar pañales de adultos, colocar “patos” clínicos. Colaboración monetaria (la más fuerte)  entre muchas otras cosas más,  suceden en el cuido de un enfermo.

Como periodista y como ciudadano no escapamos de esto… somos humanos. Como poblador común observamos como la familia tiene ese “estira y encoje” al momento de cuidar un enfermo. Muchos se escudan que no pueden, que viven muy lejos, que tienen que cuidar a sus hijos, que en el trabajo no le dan permiso, que me llamen por cualquier cosa (nunca he entendido que quieren decir con ese “cualquier cosa”… ¿será que quieren la noticia que peló gajo el enfermo?), que se quede “tal persona” porque no hace nada, que aquel esto y esto otro… total… las excusas!!!. 

Qué triste cuando se pelotean responsabilidades para cuidar a un enfermo que de seguro cuando tenía todo el vigor de la vida, compartió en las buenas y en las malas todos su buenos momentos. Los ayudó en lo que son ahora, así sea ínfimo esa ayuda, fue alegría en casa y pilar fundamental. No importa su edad, consanguinidad, su clase social, si fue bueno o malo, si se portó bien o mal, si alguna vez falló o no, si esto, si esto otro….. ¡No somos jueces!
Un reconocimiento a esas personas de buen corazón que sienten que tienen un deber con la vida… con ese ser… independientemente de quien se trate, se echan al hombro esa enfermedad de ese ser querido. Muchas y muchos hacen vendimias, recogen dinero para comprar el tratamiento y están metidos en cuerpo y alma en un hospital, que con ojeras debajo de sus tristes ojos pero albergando una esperanza que radián positivismos. Todos deben colaborar en una familia.

No estoy haciendo alusiones a nadie ni a ningún grupo familiar o de amigos, ni recriminando; solamente es un llamado a la solidaridad para con los pocos que están colaborando. Cuando se hace estos sacrificios y la persona recobra su estabilidad en lo que a su salud se refiere, se siente un regocijo espiritual de haber ayudado a tal fin.

Si la fatalidad fue inminente, Dios le ayudará a superar y le llenará de su espíritu por haber ayudado a tratar de mantener en vida a su ser querido. ¿Pero imagínate a la persona que le pidieron ayuda y no ayudó?... un cargo de conciencia que lo acompañará por siempre. Así sea duro por fuera, la conciencia le recordará. Con esto no quiero ser lapidario.

Y como siempre recalco en mis escritos desde hace casi una década: son cosas que usted puede ver a diario que no tiene nada de ciencia ficción. En estos casos se puede observar el grado de madurez espiritual de las personas involucradas y de los que en verdad poseen un gran corazón que no le cabe en el pecho. Recalco el reconocimiento al hermano, al amigo, a la señora, al señor, a la abuela, al niño, a la niña, a los vecinos, a la sociedad que enfrentan junto la enfermedad de uno de los suyos. 

Fue una “pedrada” como le pasa a los músicos, que me dieron para escribir sentado en mi computador personal. La sociedad se construye con las buenas acciones que podamos realizar. Un programa de corte humorístico que transmitían en el canal del tigrito, terminaba con esta frase de su presentador: “Y recuerden, haz el bien y no mires a quien” . ……….. Date pues…… ¡por ahí nos vemos…!

(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm

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