Con frecuencia se oyen hoy ideas sobre sexualidades tendenciosas y corruptoras que pretenden «mentalizar» a la gente para llevarlas al libertinaje sexual que es el negocio de los pornócratas. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define la pornografía como la “comercialización del sexo”.
No decimos que el sexo sea pecado, si se usa correctamente; lo que no es lícito es ese consumo de sexo que han montado los pornócratas, para hacer su negocio, con revistas, libros y películas en las que se hace del sexo un vicio (los celulares de alta tecnología están llenos de estos videos). La sexualidad es una cosa muy seria; no es para jugar.
Al goce desordenado del placer sexual se llama lujuria. “Proclamar la absoluta libertad sexual puede parecer progresista pero de hecho se opone a los resultados de la mejor investigación contemporánea. Y el que se enfrenta a la investigación no es realista, es un iluso que pretende tal vez seducir, pero no convencer ¡y menos ayudar!
Los medios de comunicación presentan con frecuencia comportamientos sexuales como «normales» en el sentido de «no patológicos»; pero esto no significa que sean morales.
Vivimos una sociedad erotizada. El sexo se ha convertido en un bien de consumo. Se vive el sexo sin amor. El resultado es un hastío que desemboca en un especial vacío interior.
La sociedad necesita la erradicación de vicios y la siembra de virtudes. Pero parece que no es así. La sexualidad desbordada es insaciable: cada vez quiere más, cada vez quiere experimentar cosas nuevas, hasta llegar a las aberraciones más indignantes, como podemos ver por las noticias diarias de delitos de prostitución de menores, de crímenes sádicos, de bestialidades de abusos y lesiones masoquistas, violaciones de niños etc. La oleada de pornografía está convirtiendo a muchos en auténticos maníacos sexuales, ávidos de toda clase de anormalidades y perversiones sexuales. Afirman los sexólogos que la sexualidad sin amor llena el alma de vacío.
Y lo peor es que apenas si hay reacción social contra la agresiones morales que por doquier se dan contra la limpieza de costumbres, como si una general abdicación del sentido natural y cristiano de lo lícito prevaleciera incluso entre personas e instituciones que deberían velar activamente por la moral pública.
La pasividad ante la progresión de iniciativas eróticas y pornográficas acusa una general dimisión de derechos y deberes frente a un estado de cosas cada vez más deprimente.
De todo esto resultan casos como el de aquella muchacha que se quedó embarazada, y no podía saber quién era el padre de la criatura porque aquel mes se había entregado a tres muchachos distintos. Triste situación, pero lógica consecuencia para una muchacha que no tenía «escrúpulos anticuados» y no se negaba nada de lo que le apetecía. Estas cosas pasan cuando no se respeta la moral.
Hoy hay quienes se ríen de las cautelas de la moral sexual y presumen de ser muy «modernos» defendiendo más libertad sexual.
Las consecuencias ya están asustando a las personas conscientes.
El libertinaje sexual tiene consecuencias lamentables, como son las violaciones y las madres adolescentes y el más terrible……Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida…SIDA….. ¡ Por ahí, nos vemos!.......
(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm
E-mail: marval_29@hotmail.com
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