En un viaje me decía un taxista “si ocurre un temblor, corra a los edificios viejos, esas construcciones nunca se caen”, pues si, “las cosas de antes estaban mejor hechas”, hoy vamos comprobando poco a poco esta afirmación. Basta ver esas construcciones hechas hace 2000 años que aun siguen en pie y compararlas con tantos edificios contemporáneos que ya no soportan ni un “airecito”.
Lamentablemente lo mismo esta pasando con el hombre, mientras más moderno más se derrumba su humanidad por la perdida de valores, pues bien dicen que somos arquitectos de nuestro propio destino.
Me llama la atención como tienen éxito hoy en día las películas de época, donde los soldados o guerreros son los protagonistas. Uno de los motivos de este gusto es por la simple razón de cómo se enaltece el honor, un valor algo curioso y atractivo para nuestro tiempo, pero que llevado a la vida ordinaria resulta demasiado complicado.
El Honor tiene que ver con una cualidad moral que nos recuerda el deber con nuestro prójimo y con nosotros mismos, esta estrechamente ligado a la dignidad de la persona, es el goce que se tiene de una buena reputación, la honestidad y recato en las mujeres, la caballerosidad y lealtad en los hombres, efectivamente, algo muy complicado para nuestros días.
¿Será honorable lo que se practica en la política, diversiones, o lo que vemos en medios masivos (radio y TV)? ¿Realmente gozamos de una buena reputación con nuestro comportamiento, actitudes, charlas y comentarios? La respuesta es difícil saberla si lo moderno o actual, es sinónimo de permisividad. Lo que es peor aun, es que nosotros hemos aceptado o permitido que lo normal hoy en día sea lo irreverente, lo indigno, lo deshonesto, lo desleal.
Antiguamente el Honor era algo tan valioso para diversas culturas que cualquier hombre deseaba poseerlo trabajando por ello día a día. Recordemos por ejemplo al samurai que basaba su modo de vida en el código llamado “Bushido” (El camino del Guerrero), o a los Caballeros Cruzados que cultivaban ciertas virtudes.
Entre los samurai, así como los caballeros cruzados se practicaban valores como la lealtad, la generosidad, la justicia, el sentido de la vergüenza, el pudor, los modales refinados, la santa pureza, la modestia, la frugalidad, la templanza, la obediencia, la caridad y el Honor.
Hoy estamos perdiendo esa capacidad de exigirnos a nosotros mismos lo que sabemos que es lo correcto por encima de lo que dicten modas o ambientes frívolos, estamos perdiendo nuestro Honor, ya que es innegable que el ambiente actual arrastra y nos lleva a una decadencia como seres humanos.
Rescatemos pues este gran valor que nos da prestigio personal y profesional, seamos arquitectos responsables de nosotros y las futuras generaciones levantándonos como esos “edificios viejos” y aguantadores que han sido nuestros padres y abuelos imitándolos en sus valores y honorabilidad.
Efectivamente señor taxista, si hay un temblor correré a los “edificios viejos”, porque sabemos que ellos no se derrumban, permanecen erguidos con Honor.
El honor es una actitud moral que nos impulsa a cumplir con nuestros deberes. El honor es respeto y decoro, dignidad, honradez, integridad y consideración. El Honor tiene que ver con una cualidad moral que nos recuerda el deber con nuestro prójimo y con nosotros mismos, esta estrechamente ligado a la dignidad de la persona. ……….. Date pues……¡ por ahí nos vemos…!
(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm
E-mail: marval_29@hotmail.com
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