Parcialismo existe en todos los campos de la sociedad y lo vivimos a diario. En la familia siempre se ha dicho que un hijo es el preferido por tal cosa mientras el otro no reúne las cualidades que desea el padre que tenga; versión que es desmentida por los mismos al decir que todos los quiere por igual. En fin, el tema del parcialismo es de una data muy, pero muy añeja. Cuando alguien sabe balancear las cargas y es justo en sus decisiones se dice que no tiene preferencia por tal persona o grupo.
Muchas personas se me han acercado como columnista semanal de este diario y me dice que escriba tal cosa u me comenta un tema en especial (alguna vez alguien, osó amenazarme por correo electrónico por no haberle publicado algo que me comentó; comentario fuera de sensatez) y la mayoría siempre mencionó lo del parcialismo en los trabajos, en la sociedad, en la familia, en los grupos u asociaciones (parcialismo para no decir favoritismo o parcelas). No es nada político, para lo mas sesudos, porque el político a su política y sépalo: “no escribo política” para recalcarlo.
Creemos que en la sociedad donde vivimos actualmente ser justo sería lo correcto. No es posible que por un color de piel, de una preferencia política, de un gusto por alguna moda o porque simplemente no es de su agrado, sea casi marcado con el triple seis de la bestia en la frente cuando ese juez es una persona que atrasa al mundo. Este escrito lo recogí de tantas personas que se me han acercado y me han dado su confianza con sus problemas pero debo ser global y no enfocarme en uno solo en particular para que todos los lectores puedan comprenderlos a todos.
Creo que si trabajamos en conjunto de muchos y no la mitad de esos “muchos” porque el que comanda así lo dicta seriamos una fuerza. El parcialismo está lleno de chisme, de dimes y diretes, del que aquel dijo esto, que aquella dijo esto, que aquel o aquella metió cizaña y de lo más triste: Del jefe, jefa o de la persona responsable de alguna actividad que lo escucha todo y cree todo, parcializándose sin más ni menos, sin darle la oportunidad de ser escuchado y comprendido a la otra persona, opacando cualquiera actuación sobresaliente de esa persona y obstaculizándole su progreso. Total, no es el suyo, como dice un viejo adagio. Cosas de sociedad.
Ser imparcial y objetivo es ser justo. Ser justo es la clave para que las cargas sean balanceadas y sea provechoso para todos por iguales. Es una crítica constructiva, porque la idea no es crear diatribas estériles ni levantar ronchas, es persuadir a los que llevan la batuta a ser ecuánimes. Eso va con los jefes y jefas de familia, con los líderes de cualquiera organización, a los cabecillas del estudiantado, con los jefes de trabajos, a muchos políticos, a los que de una u otra forma tienen alguna responsabilidad entre otros muchos.
Hace poco estuve en una reunión del liceo de mi hija donde a un profesor se le recriminó muchas cosas pero “en ausencia de él”, que es el protagonista. Comenté que deberíamos darle la oportunidad de escucharlo y ver el porqué de esos señalamientos y dilucidar la veracidad de esos comentarios. No escucharlo, es parcializarse por no darle la oportunidad. Ojalá se dé la reunión para ese balance y sacar conclusiones porque corre el riesgo a ser satanizado como muchos trabajadores y pasa así de boca en boca y una buena explicación derrotaría cualquiera “atmosfera” ( como dice mi buen amigo Félix Monteverde). ……….. Date pues…… ¡por ahí nos vemos…!
(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm
Sinopsis: Publicado en el año 2011.
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