Es evidente que no todo el mundo entiende lo que es vivir en sociedad y en un mundo pluralista. Hoy, con tanta familia desestructurada, se agrava aún más la situación. Está visto que lo que era la mejor escuela para crear relaciones comunitarias y fraternas, también falla. Por desgracia, son muchas las fuerzas contrarias que impiden vivir en sociedad en un clima de respeto, justicia y verdadero diálogo. En un mundo en el que si el dinero va por delante todas las puertas se abren, resulta bastante persuasivo entrar al tanto tienes, tanto vales, y que impere la sociedad de la marginación. Se margina al anciano porque ya no tiene futuro ni produce. Aquello que no es productivo, aunque sea persona, se le excluye. Así no se puede vivir en comunidad, al menos que se imponga el sentido común de la necesidad urgente de avivar una sociedad inclusiva para todas las edades que tenga como base la equidad intergeneracional, en la que se dé lugar al ser humano por el hecho de serlo.
La sociedad sería una cosa hermosa si hubiese menos intereses económicos y más intereses humanos. En nuestros días, vivir en sociedad, es camino complicado. Quizás haya que renovar la sociedad para que vivir en familia no sea cada amanecer más dificultoso. Cambios que provoca el mismo ser humano a través de su intelecto creativo y que recaen sobre toda la sociedad. Nada es indiferente para nadie. Tan fuerte es el cambio, que se puede ya hablar de una verdadera ruptura social y cultural, que redunda en el pulmón de la vida de cada uno y en la de todos.
Nunca la especie humana ha tenido a su abrigo tantas posibilidades de abrazar el mundo, y, sin embargo, no comparte riquezas. A lo sumo entrega migajas. En ningún otro tiempo se habló tanto de justicia e igualdades, y si la una suele llegar tarde, la otra es una entelequia ("tener el fin en sí misma".). La única vez en la que todos los seres humanos son iguales es en el momento de nacer y morir. Son muchas, pues, las fuerzas contrarias a la convivencia. Persisten, en efecto, riadas de tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera hemos ahuyentado el peligro de una guerra que amenaza con destruir a todo bicho viviente.
Fue Aristóteles quien dijo que fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o un Dios. Quizás estemos en el extrarradio, fuera de lugar de lo que exige vivir en sociedad, el espíritu científicamente interesado juega a modificar el ambiente cultural y las maneras de pensar, lo que debiera hacernos propiciar un plantarse en el yo soy yo junto a los demás. La cuestión no es fácil. Vivir en sociedad también está en crisis.
Los hechos son los que son. Una sexta parte de la población mundial vive con menos de un dólar al día. Más de 820 millones de personas se retiran cada noche a dormir con hambre. Cerca de 10 millones de niños muere cada año antes de llegar a cumplir su quinto año de edad. Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas y van en auxilio de las personas. El caos está servido en un mundo cada día más efervescente de contrariedades.
A mi juicio, la crisis de vivir en sociedad sólo puede salvarse desarrollando un orden social a diario, fundamentándolo en la verdad. Hay que edificar todos los abecedarios sobre la justicia, vivificarlos con el lenguaje del amor en su más noble verso. Se debe encontrar en la libertad un equilibrio de respeto humano al humano, de persona a persona. Sin duda, pienso, que para salir de este escollo hay que proceder a una renovación de las estéticas humanas y a profundas reformas éticas de la sociedad. Tomar conciencia de ello, creo que es la madre del cordero. Todos somos iguales.
Gente que componen una sociedad en cualquier parte de la geografía nacional. El gentilicio venezolano de estar unidos a pesar de las diferencias personales que tengamos cada uno de nosotros. En toda sociedad existe cada personaje: la buenota, el chismoso, el brujo, la mala intencionada, el deportista, el buena y mala gente, el religioso, el malandro, el tosta’o, la trabajadora, el vago, el rico, el pobre, el negociante, el músico, el político, la artista, el militar, los borrachitos, el abuelo, la abuelita entre otros personajes que componen alguna barriada y no. Todos cabemos en sociedad. ……….. Date pues……¡ por ahí nos vemos…!
(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm
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