Para mi, “per se”, no reconocer un logro por mas simple que sea es un “acto” de mezquindad. Muchas veces aderezada con condimentos llenos de intrigas, envidias y el voto para que te salga mal el camino emprendido. No es posible que piensen así cuando es de un beneficio colectivo. Claro, muchas veces la gente no le gusta ver ojo bonitos en cara ajena. Esos “extraterrestres” son unos mediocres (persona que comienza algo, queda en el medio y no termina y el ocre es la oscuridad que lo acompaña, medio-ocre).
De todos los defectos que puede tener un ser humano, la mezquindad es, sin dudas, uno de los más perjudiciales, tanto para él como para su entorno inmediato y la comunidad que lo contiene.
Hay muchas formas de ser mezquino. Están los que se pasan la vida entera especulando con cobrar una herencia, con sacarles a sus padres o a una abuela lo poco que no podrá llevarse a su tumba. Están los que no sólo tienen “amigos” por conveniencia, para ver lo que pueden sacarle, ya sea en contactos, a través de negocios o en favores de todo tipo y, están, entre otros, los gobernantes que, desde el poder, trazan acciones sólo para favorecer sus arcas personales, dejando atrás el compromiso que asumieron al ser elegidos para ese cargo.
Hay muchos mezquinos en este mundo, como los que se la pasan litigando por todo y con todos para llenar de dinero a esos abogados que se ocupan de atender mezquinos y, de paso y sin querer, vaciar también su entorno de confianza, hasta quedar solos, como la mayoría de los mezquinos.
No sólo hay que hablar de mezquindad material, también existe, y parece avanzar con el individualismo que crece, una mezquindad de afectos que ya se torna preocupante. “Que me llame él”, “que me llame ella”, “no pienso pedir disculpas”, “que venga él primero a hablar conmigo”, son algunas de las expresiones o pensamientos que rotulan actitudes mezquinas que parecen de moda y que contribuyen a relaciones cada vez menos comprometidas.
Hace algún tiempo atrás, estuve en una casa humilde en un conocido barrio porteño para realizar un reportaje de la universidad. Una familia nos recibió en su casa con un generoso banquete ya casi al mediodía. Al disfrutarlo, advertí que podía haber sido lo que pensaban comer en toda un semana. Por eso, y ya en confianza, le admití que me parecía una exageración ese recibimiento con lo poco que ellos tenían para subsistir. El anfitrión me miró a los ojos y me dijo: “Soy lo que doy”.
Esa frase me acompaña cada vez que me asalta el virus de la mezquindad, y funciona como un anticuerpo, un remedio natural que me hace sentir bien a la hora de premiar a mis héroes y heroínas o de pagar a mis acreedores, tanto sea con efectivo, con afectos, con favores o con cualquier otra cosa que signifique dar.
No se trata de ser un exagerado generoso y de entregarse al derroche de la dádiva, sino de ser, al menos, justos. Por eso, antes de quejarse por lo poco que se recibe, siempre es mejor, mucho mejor, fijarse en lo que uno da.
La palabrita mezquindad, esta muy arraigada en nuestra sociedad, no la palabra en si, sino la acción que ello significa. Lo vemos todos los días a toda hora y en todos lugares sin diferencias de clases sociales edad sexo etc.
Un ser irracional es el mejor ejemplo de la mezquindad, cuando la parte obtusa de su cerebro le domina o la parte “reptil” del mismo y hace su aparición para nublar la base de conocimientos, haciendo “temblar” a la razón.
Ser malagradecido es ser mezquino, no ayudar al prójimo desinteresadamente es ser mezquino, no tener proyectos en la vida es ser auto mezquino, no darle oportunidad a las personas es ser mezquino y así muchos ejemplos.
La mezquindad va desde lo material hasta lo emocional. Hay gente mezquina, hasta con sus sentimientos, no se ríen de los chistes que otros cuentan, por no compartir su risa, no lloran de alegría ni de dolor, se guardan sus lágrimas como el avaro guarda su dinero bajo el colchón. Son mezquinos con sus halagos y hasta con sus críticas, nunca pregunta, por que es mezquino hasta con sus dudas....el mezquino, es en el fondo, un ente solitario...hasta la soledad la quiere para el solo.
Soy un ser común, corriente y silvestre, con virtudes y defectos, todo lo que veo a diario los plasmo para tratar de tomar “conciencia” para no ser atacado por este cáncer carcomíente como lo es la mezquindad que mina el espíritu. Algo muy parecido al odio. ……….. Date pues…… ¡por ahí nos vemos…!
(*) Licenciado en Comunicación Social
Mención Desarrollo Social
Director emisora Océano 91.1 fm
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